La reducción de peso conlleva una disminución de las proteínas asociadas a la angiogénesis que requiere el tumor para su crecimiento y proliferación
A día de hoy conviven en todo el mundo más 1.300 millones de adultos –o lo que es lo mismo, el 26% de la población global mayor de edad– con sobrepeso. Una cifra a la que, ya de por sí impactante, se suman los más de 640 millones de adultos –el 13% del total– con obesidad. Es decir, cerca de cuatro de cada 10 adultos de todo el planeta se encuentra en riesgo de desarrollar múltiples enfermedades, caso de distintos tipos de cáncer. La buena noticia es que la adopción de hábitos saludables es suficiente para bajar peso, y así, reducir, y mucho, esta probabilidad de padecer un tumor. Y es que como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Centro de Investigación Oncológica Fred Hutchinson en Seattle (EE.UU.), las personas con sobrepeso u obesidad que bajan peso con la dieta y el ejercicio también reducen los niveles de proteínas que, implicadas en la angiogénesis, se asocian al desarrollo de cáncer.
Como explica Catherine Duggan, directora de esta investigación publicada en la revista «Cancer Research», «ya sabemos que el exceso de peso y el tener un estilo de vida sedentario se asocia con un incremento del riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, desconocemos por qué esto ocurre así. En este contexto, nuestros resultados muestran que la pérdida de peso es un método seguro y efectivo para mejorar el perfil angiogénico en individuos sanos. De hecho, la magnitud del cambio en los biomarcadores de la angiogénesis asociado a la bajada de peso fue ciertamente sorprendente».
La angiogénesis es el proceso por el que se ‘crean’ nuevos vasos sanguíneos para proveer de oxígeno y nutrientes a los órganos y tejidos. Un proceso totalmente natural que tiene lugar, por ejemplo, durante la curación de una herida. Sin embargo, la angiogénesis también juega un papel muy importante en el desarrollo del cáncer, dado que el tumor requiere de la formación de nuevos vasos para nutrirse y poder crecer. Tal es así que los científicos han propuesto llevar a cabo una ‘angioprevención’, o lo que es lo mismo, una prevención de la angiogénesis para evitar la aparición de tumores en la población sana. El problema es que los fármacos capaces de inhibir la angiogénesis tienen muchos efectos secundarios, por lo que la estrategia no parece muy viable. Pero, ¿hay alguna otra manera, más natural y segura, para prevenir esta angiogénesis?
Con objeto de encontrar una alternativa a la ‘angioprevención’ con fármacos, los autores evaluaron si la práctica de ejercicio físico y/o la dieta durante un año provocan algún cambio en los niveles de las proteínas asociadas a la angiogénesis –o lo que es lo mismo, sobre los ‘biomarcadores’ de la angiogénesis–. Y para ello, contaron con la participación de 439 mujeres que, con sobrepeso u obesidad, un estilo de vida sedentario y edades comprendidas entre los 50 y los 75 años, ya habían superado la menopausia.
Concretamente, y además de ser sometidas a sendos análisis de sangre al comienzo y a la finalización del estudio, las participantes fueron distribuidas en cuatro grupos: uno en el que las mujeres siguieron una dieta con un máximo de 2.000 kilocalorías diarias; otro en el que practicaron ejercicio moderado-intenso durante 45 minutos diarios y cinco días a la semana; un tercero en el que combinaron la dieta y el ejercicio contemplados en los dos grupos previos; y un último grupo en el que las participantes ni hicieron ejercicio ni se sometieron a dieta –grupo control.
Los resultados confirmaron la mayor pérdida de peso asociada a la combinación de dieta y ejercicio. Concretamente, las mujeres que, además de físicamente activas, siguieron la dieta, perdieron de media el 10,8% de su peso corporal al cabo de los 12 meses. Una reducción del peso, por tanto, muy superior a la observada en los otros grupos: un 8,5% en el grupo sometido a dieta, un 2,4% en las mujeres que practicaron ejercicio, y un 0,8% en las participantes que no hicieron nada.
Como indica Catherine Duggan, «el ejercicio es importante para ayudar a prevenir la ganancia de peso e, incluso, para mantener el peso una vez se ha perdido. Sin embargo, por sí solo no provoca una bajada de peso excesiva».
Pero, lo que es más importante, las mujeres en los grupos de dieta y ejercicio y de dieta exclusiva mostraron las mayores reducciones en los niveles sanguíneos de biomarcadores de la angiogénesis –concretamente, las proteínas analizadas fueron VEGF, PAI-1 y PEDF–. Además, esta reducción fue directamente proporcional a la pérdida de peso. Es decir, a mayor bajada de peso, mayor disminución de los biomarcadores. Sin embargo, no se observó ninguna reducción de los niveles de estas proteínas en el grupo en el que practicaron ejercicio –ni, obviamente, en la rama en las que las participantes no hicieron nada.
Y esta reducción de los biomarcadores de la angiogénesis, ¿se asocia realmente con una disminución del riesgo de cáncer? Pues como apunta Catherine Duggan, «la verdad es que no podemos asegurar con certeza que la reducción de los niveles circulantes de los factores angiogénicos mediante la pérdida de peso tenga un impacto sobre el desarrollo de los tumores. Pero es posible que esta reducción se asocie a un entorno más desfavorable para el crecimiento y la proliferación tumoral».
En definitiva, concluye la directora de la investigación, «nuestro trabajo muestra que los cambios en el estilo de vida, en este caso tan simples como seguir una dieta para bajar peso, pueden disminuir los factores de riesgo para el cáncer».
Fuente: ABC